Con lo saturados que están los juzgados, no sé como estos famosillos o famosetas están todo el día denunciándose y poniéndose querellas por cualquier cosa. Si cada vez que mis hijos me han hecho alguna pifia y yo les he renegado con la falda arremangada y les hemos dicho las madres “si te cojo te mato”, os imaginas ¿cómo estarían los juzgados?; si ya de por si están saturados, ni os cuento. Creo que los famosetes de medio cuarto se están pasando un poco con tantas tontadas y tantas ganas de meter en juicios a todo el que se menea, por unos insultos que suelen ir en el precio de las exclusivas y de sus apariciones televisivas.
Yo si fuera juez les pondría una buena multa a las dos partes, por hacer perder el tiempo.
Y los crios que se insultan en el cole o se hacen putaditas y van a mamá y enseguida se arman las de dios es cristo; pues cuantos centros de menores tenia que haber si se aplicar las leyes a raja tabla.
Pero si en todos los siglos nos hemos puesto zancadillas y motes, y por eso no hemos salido tarados ni mierdas en medio. Jode que te insulten, faltaría más, pero igual sirve para hacerte más dura y con más ganas de tener fuerzas para vengarte.
¿Y que me decís de los insultos que tienen que oírse todos los árbitros de todos los deportes?, ¿a cuanta gente habría que denunciar por lo mismo o parecido?, esto ya es demencial.
Claro que de esto viven también muchos abogados, y algunos se hacen hasta famosillos (digo los abogados), y los dineros que se llevan luego por hablar en la tele, eso si, algunos son muy solidarios y dicen, “DICEN”, que lo donan; alguna vez, no siempre.
Pero si quieren testimonios para llenar los minutos basura de las televisiones, vamos cualquiera de las millones de personas normales, contamos nuestras vidas como hacen ellos, que hay vidas muy interesantes me imagino, y como nos sentimos solidarias lo donamos también.
Un poco a nuestro bolsillo, un poco para los hijos que siempre les hace falta y si queda algo, para los vecinos, que yo como muchas de vosotras, segura que tenemos al final del barrio a algunas familias que viven en unas caravanas o parecido y que por lo menos, sabemos a quien se lo podemos dar; ¿en qué se lo gastan?, pues no lo sé aunque me lo imagino, en comida, y por lo menos va directo y no se queda nada por el camino.
¡Qué día he llevado hoy!, todo son quejas. Me voy a dormir muy cansada de tanto quejarme, cachisla.

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